La pasión. Algo inexplicable a veces, algo que mueve cada una de nuestras fibras, hasta las más recónditas y pequeñas. Desde que era niña siempre observé que había personas que se esforzaban más que otras, que caminaban el sendero de la vida con mayor emoción y disfrute, que trabajaban con mucho gusto por cada una de sus metas, entre ellas recuerdo con claridad a los deportistas ser parte de este grupo. Ya sea en los Juegos Olímpicos, en los Panamericanos, en la Copa América, en los Mundiales de fútbol, en los Sudamericanos de vóley o quizás también en el coliseo del colegio, en los parques cerca de casa, en los vecinos que salen a correr y en todo aquel que quiera moverse, caminar, correr, actuar, sentir, vivir. En todos ellos encontré el deporte y la pasión.
Voleibolistas de playa que participaron en el Circuito Sudamericano en la Costa Verde (2020).
Es así como yo, Rosa María Cabrera, también quise experimentar esa forma de vida, una con más movimiento, salud y principalmente felicidad, pero no fue nada fácil sobre todo porque no estaba acostumbrada. Yo había tenido un life style en donde lo rico era lo único importante y en donde lo sabroso era el protagonista. Entonces, mi cabeza estaba llena de imágenes de pollito a la brasa, hamburguesa, choripán, empanada, nuggets, papas fritas, helado y muchas cosas más que cualquier niño estaría feliz de saborear. Yo me sentía así, como una niña, no le prestaba mucha atención a mi peso ni a mi figura, ni mucho menos me preocupaba mi salud. Yo me sentía bien.
Luego de un tiempo, cuando entré a la universidad, específicamente a finales de mi segundo ciclo, una de mis tías me dijo que yo estaba “gordita”, lo dijo en buena onda y lo tomé bien. Me miré al espejo y me di cuenta de que la ropa que me gustaba a veces no me quedaba como yo quería, además de que mi piel no era la más saludable. Es así como decidí cambiar. Quise mirar el mundo de forma distinta, quise tomar una decisión que me lleve por otro rumbo. Entonces, me propuse hacer ejercicio todos los días, quería verme mejor, pero sobre todo sentirme más linda y empoderada. Aunque no parezca, pero el ejercicio te ayuda en muchos frentes. Me dio más seguridad, autoestima, vitalidad, fuerza y hasta poder sobre mí misma. Me hizo sentir que podía cumplir todo lo que me proponga y convertirme en la mujer que siempre quise ser y habitar.
En el Circuito Sudamericano de Voleibol Playa junto a deportistas destacados (2020).
Pero el deporte hizo mucho más por mí: despertó mi interés en el fútbol. Recuerdo que las Eliminatorias para el Mundial de Rusia 2018 fueron mis favoritas. Celebré cada triunfo peruano y lloré cada gol del equipo contrario. Sentí que mis emociones estaban a flor de piel, que todo era muy inestable, que los penales eran adrenalina pura, que estaba en juego la fe y la alegría de un país que durante un conjunto de noches se encontraba más unido que nunca. Además, el trabajo de los futbolistas de la selección me parecía muy admirable, estaban comprometidos con su nación, con llevarnos a un Mundial después de 36 años. Me sentí en una fiesta que de alguna manera me direccionó a identificarme mucho más con los colores del Perú, a vivir la magia del fútbol y a querer ponerme la camiseta bicolor en cada partido.
Algo que no puedo dejar de mencionar es mi entrada como periodista a los deportes. Fue completamente inesperado, místico, sorprendente y hasta un poquito doloroso (entre risas). Yo estaba en el Polideportivo del Callao explorando mi talento para la fotografía cuando de pronto me caí de las escaleras exteriores del recinto y me fracturé la nariz. Sí, a veces la realidad supera a la ficción, quizás es lo increíble de la vida. Lo que en un principio fue fastidioso e incómodo para mí, terminó siendo una de las mejores oportunidades que me ha ofrecido Diosito en mi trayectoria como periodista. Luego de un mes y medio del incidente, Martín Fernández, director de La Cátedra Deportes, me invitó a ser parte de su medio informativo y tuve la bendición de conocer a Ítalo Villareal y a Edmundo Samanez, dos históricos del periodismo deportivo, con quienes pude compartir la conducción de algunos programas, un honor y reto que traté de asumir con la mejor actitud. Uno de los momentos que más recuerdo fue cuando me enviaron a realizar una antesala en el Estadio Monumental de Universitario de Deportes en Ate junto a mi gran amigo Percy Calderón. Fue muy divertido, pero también un gran desafío para una chica que nunca antes había hecho algo parecido en el ámbito deportivo. Aprendí la importancia de estar informada y de pasarla bien frente a cámaras para hacer un trabajo sólido y natural. De esta manera, fui ingresando a un terreno prácticamente desconocido y que jamás imaginé recorrer.
Grabando un lindo programa para La Cátedra Deportes junto a Martín Fernández e Ítalo Villareal (2020).
Así como llegó La Cátedra a mi vida, gracias a Martín Fernández también tuve el privilegio de ser parte del equipo de prensa de la Federación Peruana de Voleibol, donde conocí al señor César Picciotti, jefe del departamento de comunicaciones, quien me dio su confianza y me recibió con los brazos abiertos. Esa etapa fue muy linda, viajé a Mollendo (Arequipa) junto a jóvenes promesas del voleibol playa y fui la encargada de transmitir como reportera los partidos más importantes. Aprendí muchísimo de ellos; comprendí y viví muy de cerca lo que mencionaba al principio: el poder de la pasión, de lo que significa esforzarse al máximo por un punto, por un partido, por lograr una victoria y también los sacrificios que los muchachos tienen que hacer para combinar sus estudios con el deporte. Me hice amiga de algunos chicos del voleibol playa y me siento feliz de haberlos acompañado en ese viaje, fue una experiencia maravillosa que me dio más claridad sobre lo que es la vida y la entrega al deporte. Además, en el departamento de prensa conocí a personas increíbles como Iván Salcedo y el señor Leo Gómez, cada uno me dejó algo especial en el corazón y se los agradezco mucho.
Junto a la nueva generación de voleibolistas de playa de nuestro país (2020).
Cuando menos lo esperas, el universo obra a tu favor. El deporte nunca estuvo en mis planes, pero tenía que pasar por ahí para crecer y descubrir que puedo desenvolverme en cualquier área si me preparo y soy dedicada. Antes creía que siendo buena en el periodismo cultural ya era suficiente (los que me conocen saben que ese siempre fue mi rubro), hoy siento la necesidad de saber un poco de todo; economía, política, salud, tecnología, entre otros temas que te permiten opinar con conocimiento y argumentos. Finalmente, le agradezco al deporte, especialmente al vóley, porque gracias a él conocí a Eduardo Romay, capitán de la selección peruana de voleibol masculino, quien se animó a contarme su historia de vida desde el momento en el que se lo propuse y así nació La construcción de un capitán, pero esa increíble experiencia se las contaré en el siguiente artículo que promete fotos, risas y muchas sorpresas. No te lo pierdas!!
Al lado de la gran Claudia Gaona, deportista de la selección nacional de voleibol playa (2020).
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